[Roleo de Ygziir] Encontrando mi hogar

Hace muchos años, luego de una posible guerra que involucraba a los Yuuzhan Vong, varios cuerpos habían sido arrojados hacia las turbulentas aguas de Yuuzhan'Tar en honor a Yun-Yammka. Todos parecían igual de significativos, pero uno de ellos terminó resaltando en el suelo marítimo. Lo reconocí al instante, Zakar Kwaad, uno de los aprendices de Souberän Jamaane, que había estado presente en su última visita al planeta. Al verlo tirado en el suelo, me dispuse a salir nadando hacia su ubicación y llevarlo a mi posada, claramente yo no era nada más que un niño Yuuzhoban Vong, nadie pensó que, cinco años después de ese día, habría escalado la jerarquía de mi raza hasta volverme un Ejecutor, una posición jerárquica bastante elevada. Pero no era suficiente para mi, necesitaba saciar mi hambruna, no cualquiera, la de un guerrero. Tal decisión me llevo a actos que un miembro de mi raza nunca pensaría en realizar, pero yo me excluí de esa sociedad cuando tomé el camino difícil. Me dispuse a salir a la superficie, y buscar en la antigua base IZAI una nave para salir a buscar a los Yuuzhan Vong que quedaban esparcidos por la galaxia. Con suerte, luego de unas horas buscando, encontré una nave casi destruida, pero funcional. Claramente no me permitiría viajar muchas distancias, ni mucho menos atravesar galaxias. Por lo que decidí buscar en la galaxia Yuuzhan Vong. Específicamente el planeta que más cerca encontré, Ygziir.
Luego de unos días de viaje, casi escaso de alimento y habiendo realizado un aterrizaje forzoso en susodicho planeta, vi pasar naves por el cielo a velocidad reducida, como si fuesen a aterrizar no muy lejos de donde me encontraba en este momento. Por lo que me dediqué a caminar durante horas, arribando en una gran muralla que se extendía en un radio de kilómetros que no podría determinar con exactitud. El verdadero caso es que cuando algunos guerreros, más bien guardias de tales murallas me vieron, al notar mi falta de alimento y mi apariencia humanoide casi igual a la suya, con muchas similitudes y diferencias escasas que prefiero no nombrarles ahora, me hicieron entrar, no amablemente, si no a la fuerza. Luego de una larga caminata hacia unos aposentos tan extraños que nunca pensé conocer si me hubiese quedado en las tranquilas aguas de Yuuzhan'Tar, me arrodillaron frente a una figura posada en un trono, por lo que supe que esa persona tenia un gran poder jerárquico en ese lugar.

- ¿Qué es lo que me habéis traído hoy, guerreros? - Pronunciaba la figura, que al terminar de hablar uno de los guerreros me pateó por detrás, como si me indicara que respondiera.
- He venido desde Yuuzhan'Tar, a reencontrarme con Souberän Jamaane, mi maestro. - Le respondí, adoptando la identidad del guerrero Zakar Kwaad, con esperanzas de que me creyera.

En ese momento la figura se movió, y luego me empezó a examinar desde arriba hacia abajo. Por un momento pensé que se estremeció, pero mantenía una postura seria y segura.

- Souberän está muerto, es más, todos sus aprendices habían muerto antes que él. Soy Rashker Jamaane, al mando desde su muerte. - Respondió, aún examinándome. - Quien.. Mejor. ¿Cómo, un aprendiz de Souberän Jamaane, logra sobrevivir en todas esas batallas libradas por él mismo, y aparecer después de meses, o tal vez años desde su muerte.
- Soy Zakar, Zakar Kwaad. Cuando caí en las aguas de Yuuzhan'Tar, una sociedad de Yuuzhoban Vong me vio, y debido a sus medicamentos avanzados, lograron mantenerme con vida. Logré con últimas fuerzas volver a donde pertenezco, estoy en casa. -
- Zakar... - Por un momento pensé que Rashker se volvió a estremecer, aún sigo sin estar seguro de lo que pasó ese momento. - De todos modos, Souberän está muerto. Me tomaré la molestia de acogerte como mi aprendiz, si me demuestras tu habilidad en combate. -
- No hay problema... ¿Dónde? - Le respondí, pero yo desconocía como entrenaban los guerreros Yuuzhan Vong, siempre estuve dentro de la sociedad de mi raza, nunca en una verdadera batalla.

Al momento, Rashker hizo que algunos guerreros me alistaran para el combate, como carecía de armas, me dieron unas dagas, hurtadas de la destrucción de alguna sociedad mandaloriana debido a que el acero era de ese tipo. De todos modos, zarpamos ese mismo día hacia una fortaleza, supe ese momento que era un planeta en la que habitaba una gran potencia de una idea muy asquerosa, la Fuerza. De todos modos, Rashker se quedó observando, mandándome con unos pocos sujetos al frente del combate, en el qué, podría decirse, recibí una bendición de los dioses, que me permitió arrasar con todos los que había allá, llevando a la organización Yuuzhan Vong a una victoria muy satisfactoria. Una vez de vuelta en el planeta, se convocó a una audiencia con todos los líderes de la organización, dejándome a mi en el centro. Algunos discutían sobre un don, entregado por los dioses, destinado a hacerme sobrevivir en los combates, y llevarlos al reconocimiento intergaláctico que todos en ese salón anhelaban, mucho más que yo.

- Así que eres Zakar... - Decía una de las figuras, Shedao Steng. Que a su lado se encontraba Quett, del mismo dominio que él. - Nunca pensé, o mejor dicho, nunca viví una experiencia con alguien traído de vuelta desde los muertos. - Olvidé mencionarles que algunos también pensaron que se me dio otra oportunidad en la vida.
- Zakar - Dijo Rashker tomando un suspiro - A partir de ahora, estas incluido en la sociedad, oficialmente.

A partir de ese momento viví experiencias que nunca olvidaré, no hasta que muera. Por los siguientes meses encabecé algunos ataques, combatiendo lado a lado con Rashker, siempre notando algo peculiar en su forma de luchar y tomar decisiones sobre avance de las tropas, de todos modos. Rashker nunca dejó de mirarme de una forma diferente, como si estuviese estudiando cada movimiento que hago, segundo a segundo.
Uno de esos días, después de un ataque exitoso, y al finalizar de instalar unos nuevos biogeneradores al sistema, Rashker me separó de los demás, hasta donde llegamos a estar solos en una habitación.

- Tu no eres Zakar. ¿Piensas que me comeré esos cuentos? - Me dijo Rashker firmemente. - Lo supe desde que terminamos tu primer ataque. No tienes tu mano de moldeador, tu pigmentación de la piel es diferente, nunca pretendiste ser tan bueno en la lucha, y tus conocimientos sobre moldeación, al inicio, no eran tan buenos como los de Zakar, y mucho menos habrías avanzado tan rápido como él para adaptarse, y es más, estar a mi altura en la moldeación. Así que ahora me dirás, quién eres, antes que de la orden de tu decapitación inmediata.
- No, es cierto. No lo soy, solía ser un Ejecutor Yuuzhoban Vong en los mares de Yuuzhan'Tar, una persona que nunca exploró el mundo exterior, y por un presentimiento de guerra y exploración, salí a la superficie. Adoptando esa identidad para ser más que aceptado. - Le respondí, un poco dudoso de mi propia seguridad. - Pero sé, seguramente más que nadie, que tu tampoco eres quien dices ser. Souberän, su forma de luchar, su actitud impulsiva, la tienes tú, en la sangre. La forma que te movías y dudabas de ti mismo cuando te nombraban a tu antiguo aprendiz Zakar. Tú eres, Souberän Jamaane. Y siempre lo serás. Ah, y respondiendo a tu pregunta, soy Sukrat. - Al terminar de responderle, se quedo pensativo durante varios minutos, y yo aguardé pacientemiente.
- Nada de eso, a partir de ahora hasta el fin de mis días, serás Sukrat Jamaane. Mi heredero. - Me respondió con firmeza. - Olvídate de todo lo demás, ahora, estas en casa.