[Roleo/Obtención] El reflejo de un ideal [Satella]
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[Roleo/Obtención] El reflejo de un ideal [Satella]
Las luces de la cueva se iluminaron se golpe gracias a la sensibilidad de calor de su presencia. Lo que buscaba se encontraba al fondo de la misma, donde la luz blanca se tornaba verdosa, alimentando un jardín artificial de unos pocos metros cuadrados. Al llegar a pisar el primer área de césped, algo se agitó a su izquierda. No recordaba haberlo cambiado de sitio, ¿tal vez se habría movido sola? La observó con cierta desconfianza. Las garras se habían estirado levemente y los aguijones le parecían algo más afilados de lo normal. Estaba más fundida con el musgo de lo normal, lo que parecía significa que quizá, intentaba protegerse, huir de él. Se agachó, y paso la mano por encima de su superficie, apenas rozándola. Aún desconfiaba, pero no percibía ninguna señal que debiera alarmarlo. La agarró por los bordes, y haciendo fuerza, comenzó a tirar de ella, hasta separarla de la roca y el musgo. La sostuvo con firmeza frente a él y observó su cubierta, antaño negra, ahora verdosa. Era un organismo vivo, pero estaba viejo y no tardaría en morir. No había sido capaz de darle un trato tan eficaz como el de sus creadores, y éso había repercutido en que se mantuviese eficaz menos tiempo de lo normal. Le haría un favor al "ser", y de paso comprobaría si la teoría que nunca había tenido la oportunidad de presenciar, era cierta. Salió del jardín artificial y se dirigió a la entrada de la cueva, donde había un revoltijo de mantas algo sucias y desgastadas. Tomó la primera de todas y la extendió en el suelo con su mano libre. Dejó encima su carga y la envolvió completamente con la manta, sobretodo con fuerza para evitar que sus púas la rompieran. Se ajustó la túnica correctamente, y rebuscó entre las demás mantas. Dónde estás.. aquí. Logró sacar un arnés poco fiable, pero era el único que tenía, de modo que le daba igual. Ajustó una parte con las correas traseras a su carga, y seguidamente la otra a su cuerpo. Respiró hondo, y levantó una mano. La luz de la cueva se extinguió al instante. Era la hora de partir.
Al moverse entre la niebla, su figura parecía más alta de lo normal, gracias al bulto que formaba su carga. Pronto sería detectado, y era lo que realmente le interesaba, ya que en ese planeta no tenía noción alguna. La carga en su espalda amenazaba vibrante, deseosa por librarse de su prisión. Estaban cerca.
Al moverse entre la niebla, su figura parecía más alta de lo normal, gracias al bulto que formaba su carga. Pronto sería detectado, y era lo que realmente le interesaba, ya que en ese planeta no tenía noción alguna. La carga en su espalda amenazaba vibrante, deseosa por librarse de su prisión. Estaban cerca.
Apenas llegó a lo alto de la colina, se centró en el paraje que se extendía en el terreno principal, bajo sus pies: un campo marchito y desolado, destacado por su desentonante tono grisáceo. Estaba marcado por numerosas grietas y una especie de líquido azulado que no pudo reconocer. Pero no era un terreno muy amplio, no alcanzaba más de veinte metros, pues se unía a la linde de un bosque, que sospechaba que estaba en expansión. Bajó deprisa por la colina, hasta llegar al pie de la misma, y se puso en cuclillas sobre el maltratado terreno. Apoyó dos de sus dedos en el suelo, y muy lentamente, los fue deslizando, arremolinándose la tierra gris en sus dedos. La mano de los Yuuzhan Vong aún se hacía notar en el planeta, tantísimos años del ataque a Ithor, y su huella aún no había sido borrada de aquel gigante boscoso. Y sin embargo, muy lentamente el bosque había ido extendiéndose a lo largo y ancho del planeta, cubriendo la marca de los Vong y restaurando la vida en el planeta. Se puso en pie y clavó la vista en las sombras que se erigían entre los árboles. Aunque en principio no podía precisar su ubicación, podía notar a los habitantes de Ithor, una pequeña parte de la pasada población del planeta, que deseaba seguir viviendo en su planeta natal, y de paso, devolverle la exuberante vida que un día emanó. En pocos segundos salvó la distancia entre el pie de la colina y la linde del bosque. Posó su mano izquierda en el tronco del árbol más próximo y apoyó en él la frente. No era lo que estaba buscando, desde luego, pero quizá le sirviera. Entró en sintonía con el árbol, enviándole su propia energía, y cerró los ojos. En su estado, pudo sentir la vida latente del árbol, de los demás árboles a su alrededor, y de toda la fauna que se alzaba frente a él. Era un fenómeno que, desde que abandonó la prisión de la oscuridad, valoraba, y mucho. Se separó del árbol, y tomando aire profundamente cruzó la linde del bosque, no sin antes cubrirse el rostro con la capucha. Perdió la noción del tiempo mientras caminaba, pues prefería prestar atención a la zona antes que llevar un control. Pero únicamente encontraba lo mismo, una y otra vez: árboles y más árboles, además de algunos arbustos y plantas cuyo nombre desconocía. Durante su avance a lo largo del bosque, había percibido más zonas ausentes de vida, restos en eliminación de la presencia de los Yuuzhan Vong, escasos para beneficio de la flora. Ahora sentía formas de vida rodeándole: ithorianos. Se acercaban a él muy despacio, con un sigilo que no pegaba con su aspecto. Debieron detectarle apenas aterrizó. Si no se había informado mal, no le estaba permitido adentrarse en Ithor si no era para quedarse allí. De modo que le presentaban dos opciones, o se unía a los ithorianos en la convivencia y la restauración de la Madre Selva, o se marchaba del planeta por donde había venido. Algo le extrañó mientras iba siendo rodeado: se suponía que los ithorianos eran criaturas pacíficas, ¿por qué esa precaución tan hostil? No tardaron en dejarse ver frente a él, siete ithorianos grandes, ataviados con ropajes marrones. El que estaba a su derecha, portaba un sable de luz listo para ser activado. Se fue girando poco a poco hacia el que ahora reconocía como un Jedi. ¿Cuerpo de servicio? El ithoriano ignoró su pregunta y encendió el sable láser, el cual mostraba un resplandeciente azul cyan. Quién eres tú y a qué has venido a hacer en este bosque. Se demoró unos segundos en analizar la situación, observando los elementos que habían detrás de cada ithoriano. No tenía la menor intención de pelear, pero su instinto le decía que si era sincero, sucedería. He venido a ver los árboles Bafforr. No estoy interesado en causar disputas de ningún tipo ni... Pero no pudo terminar de hablar. El jedi se situó en posición de combate y los ithorianos deslizaron unas cuchillas que parecían las ryyk de los wookiees. No se permite la entrada de extranjeros en Ithor. Márchate ahora. Puso los ojos en blanco y cerró los puños, canalizando la energía del entorno. No iba a servir de nada discutir, y no estaba dispuesto a perder el tiempo. Los ithorianos, una especie pacífica, y me ha tenido que tocar a mí el grupo hostil. Levantó ambos puños de golpe, liberando la energía concentrada. Los ithorianos se despegaron del suelo y alzaron sus armas, aparentemente paralizados, mostrando expresiones de sorpresa en sus curiosos rostros. Al abrir los puños, salieron despedidos hacia trás rompiendo el círculo que impedía su huida. Unos chocaron contra los árboles y otros se perdieron de vista más allá. Bajó las manos con algo de dejadez, y antes de retomar la marcha, observó a los que podía ver por la proximidad. Al seguir moviéndose entre los árboles mientras se alejaba, los escuchaba levantarse, toser, quejarse.. Le seguirían, sin duda, pero si todo funcionaba como esperaba, no tendría que repetir el enfrentamiento. Mientras se movía por el bosque, no tenía la certeza de estar siguiendo un camino preciso. Pero igualmente, avanzó guiándose por instinto, hasta que llevó aproximadamente una hora de camino sin ninguna noción. Se detubo y apoyó el hombro en un árbol, escudriñando en la distancia más allá de lo que los ojos le permitían. Los ithorianos de nuevo le estaban siguiendo, pero esta vez no eran siete, eran más del doble. Te estamos esperando. La voz sonó de un punto que en un principio no supo ubicar. Sonaba suave como si fuera de una mujer, pero se distinguía claramente una voz masculina. De lo que no estaba seguro, era de por dónde la había percibido, si por los oídos o por la mente. Finalmente, ubicó la procedencia de esa voz, en una ligera desviación de su camino. De modo que volvió a la marcha, ahora un poco más ligero, pues sus perseguidores se movían veloces por el bosque. Al moverse entre la niebla, su figura parecía más alta de lo normal, gracias al bulto que formaba su carga. Pronto sería detectado, y era lo que realmente le interesaba, ya que en ese planeta no tenía noción alguna. La carga en su espalda amenazaba vibrante, deseosa por librarse de su prisión. Estaban cerca.
Mientras caminaba, siguiendo el rastro de la voz, fue advirtiendo de los cambios a su alrededor. Habían comenzado a verse distinciones en los árboles a su alrededor. Árboles no muy grandes, en principio, pero que posteriormente destacaban más por el tamaño y el grosor. Sus troncos mostraban tonos azulados en principio, unos oscuros y otros más jóvenes en los que parecía que pudiese verse reflejado. Las hojas de los árboles eran en cambio negras como el cielo de la noche, lo que, combinado con el tronco les daba una apariencia un tanto siniestra. Llegó al punto de estar caminando, practicamente, entre los árboles que llevaba tanto tiempo buscando. Sólo tenía que inclinarse a la sombra de uno y tomar lo que había ido a buscar. Aún así, prefirió seguir avanzando, en búsqueda de dla voz que le había llevado por el camino correcto. Hasta que encontró lo que parecía ser aquello que buscaba: una agrupación de árboles que no podía contar con precisióno, que emitía una intensa aura azulada, tal vez producto del tono de los troncos. Se situó frente a los árboles, y paseó la mirada por el grupo que se alzaba delante suya, maravillado, pues se alzaban hasta donde no alcanzaba la vista. Bienvenido a Ithor, Caminante. Inclinó la cabeza, sin hablar, como muestra de respeto hacia los árboles. Sentía que debía mantenerles un mínimo de respeto. Una vez los miró más fijamente, no supo hacia "cual" dirigirse, de modo que simplemente, miró al frente. Muchas gracias por la señal.. Se empezaron a escuchar pasos en la distancia. Los ithorianos estaban acercándose a su posición. Era necesario. Nuestros cuidadores te habrían hecho desviarte, ahora que estabas tan cerca. Hasta que al final sucedió. A su espalda se encontraba, aproximadamente una veintena de ithorianos hostiles, armados, bramando y gritando para que se tirase al suelo. Pero tardaron poco en callarse, y supo por qué: los árboles le indicaban a sus cuidadores las intenciones del viajero. Percibía su sabiduría con sólo escuchar su voz y su tono de voz, algo asombroso que fuera tan fácil de notar, de modo que tuvo plena confianza en que lo lograrían. Y efectivamente, fue así. Tras varios minutos de intenso silencio para él, en el que supuso que los ithorianos habían recibido una buena charla, pues terminaron alejándose del lugar. Tus motivos para venir aquí son buenos, sin duda, pero tu batalla no nos atrae en absoluto. Te daremos lo que has venido a buscar sólo por esta vez, siempre y cuando prometas cuidarlo como se merece. Ve y cógelo. Asintió agradecido, y se retiró el bulto de su espalda. Al dejarlo en el suelo, lo deslió, y mostró a los árboles lo que contenía: una armadura negra. Así que quieres probar su eficacia.. aléjate.. Obediente, se alejó de los árboles y de la armadura, que parecía estar temblando. Una sustancia comenzó a caer del cielo, probablemente de la copa de los árboles. Era polen, sin dudarlo. Este fue bañando poco a poco la armadura, que empezó a vibrar, hasta que reventó. Se acercó poco a poco a los restos de la misma, y los esparció con el pie, complacido por la confirmación de su teoría, aunque le apenaba un poco perder un artefacto que le había acompañado tanto tiempo. Asintió frente a los árboles como muestra de respeto, y tras tomar la manta del suelo, se alejó de la zona. Se llevaría uno pequeño, uno que pudiese criar en su jardín artificial. No tardó nada en dar con uno que le valiese, un arbolito en desarrollo de poco más de treinta centímetros de altura. Fue haciendo un círculo entorno a donde supondría que estarían las raíces, y tras asegurarse de formar un pico con la tierra que las contenía, lo sacó cuidadosamente. Dejó la copa fuera al meterlo dentro de la manta, la cerró y se la colgó del hombro. Inmensamente agradecido, inició el camino de vuelta. Los ithorianos le seguirían de cerca para asegurarse de que, efectivamente, salía del planeta. Al rato de dejar atrás el último árbol, abrió su palma derecha y se quedó mirándola. Pocos segundos después un punto apareció en el centro de la misma, al principio negro y seguidamente amarillento, abriendo la piel y saliendo a la luz. Y vosotros me vais a ayudar.
Mientras caminaba, siguiendo el rastro de la voz, fue advirtiendo de los cambios a su alrededor. Habían comenzado a verse distinciones en los árboles a su alrededor. Árboles no muy grandes, en principio, pero que posteriormente destacaban más por el tamaño y el grosor. Sus troncos mostraban tonos azulados en principio, unos oscuros y otros más jóvenes en los que parecía que pudiese verse reflejado. Las hojas de los árboles eran en cambio negras como el cielo de la noche, lo que, combinado con el tronco les daba una apariencia un tanto siniestra. Llegó al punto de estar caminando, practicamente, entre los árboles que llevaba tanto tiempo buscando. Sólo tenía que inclinarse a la sombra de uno y tomar lo que había ido a buscar. Aún así, prefirió seguir avanzando, en búsqueda de dla voz que le había llevado por el camino correcto. Hasta que encontró lo que parecía ser aquello que buscaba: una agrupación de árboles que no podía contar con precisióno, que emitía una intensa aura azulada, tal vez producto del tono de los troncos. Se situó frente a los árboles, y paseó la mirada por el grupo que se alzaba delante suya, maravillado, pues se alzaban hasta donde no alcanzaba la vista. Bienvenido a Ithor, Caminante. Inclinó la cabeza, sin hablar, como muestra de respeto hacia los árboles. Sentía que debía mantenerles un mínimo de respeto. Una vez los miró más fijamente, no supo hacia "cual" dirigirse, de modo que simplemente, miró al frente. Muchas gracias por la señal.. Se empezaron a escuchar pasos en la distancia. Los ithorianos estaban acercándose a su posición. Era necesario. Nuestros cuidadores te habrían hecho desviarte, ahora que estabas tan cerca. Hasta que al final sucedió. A su espalda se encontraba, aproximadamente una veintena de ithorianos hostiles, armados, bramando y gritando para que se tirase al suelo. Pero tardaron poco en callarse, y supo por qué: los árboles le indicaban a sus cuidadores las intenciones del viajero. Percibía su sabiduría con sólo escuchar su voz y su tono de voz, algo asombroso que fuera tan fácil de notar, de modo que tuvo plena confianza en que lo lograrían. Y efectivamente, fue así. Tras varios minutos de intenso silencio para él, en el que supuso que los ithorianos habían recibido una buena charla, pues terminaron alejándose del lugar. Tus motivos para venir aquí son buenos, sin duda, pero tu batalla no nos atrae en absoluto. Te daremos lo que has venido a buscar sólo por esta vez, siempre y cuando prometas cuidarlo como se merece. Ve y cógelo. Asintió agradecido, y se retiró el bulto de su espalda. Al dejarlo en el suelo, lo deslió, y mostró a los árboles lo que contenía: una armadura negra. Así que quieres probar su eficacia.. aléjate.. Obediente, se alejó de los árboles y de la armadura, que parecía estar temblando. Una sustancia comenzó a caer del cielo, probablemente de la copa de los árboles. Era polen, sin dudarlo. Este fue bañando poco a poco la armadura, que empezó a vibrar, hasta que reventó. Se acercó poco a poco a los restos de la misma, y los esparció con el pie, complacido por la confirmación de su teoría, aunque le apenaba un poco perder un artefacto que le había acompañado tanto tiempo. Asintió frente a los árboles como muestra de respeto, y tras tomar la manta del suelo, se alejó de la zona. Se llevaría uno pequeño, uno que pudiese criar en su jardín artificial. No tardó nada en dar con uno que le valiese, un arbolito en desarrollo de poco más de treinta centímetros de altura. Fue haciendo un círculo entorno a donde supondría que estarían las raíces, y tras asegurarse de formar un pico con la tierra que las contenía, lo sacó cuidadosamente. Dejó la copa fuera al meterlo dentro de la manta, la cerró y se la colgó del hombro. Inmensamente agradecido, inició el camino de vuelta. Los ithorianos le seguirían de cerca para asegurarse de que, efectivamente, salía del planeta. Al rato de dejar atrás el último árbol, abrió su palma derecha y se quedó mirándola. Pocos segundos después un punto apareció en el centro de la misma, al principio negro y seguidamente amarillento, abriendo la piel y saliendo a la luz. Y vosotros me vais a ayudar.
- Spoiler:
- Obtengo; Árbol Bafforr
Un saludo
Última edición por Klarhet el Sáb Jun 22, 2013 9:09 am, editado 1 vez
Jensaarai- Mensajes : 5197
Fecha de inscripción : 27/08/2011
Re: [Roleo/Obtención] El reflejo de un ideal [Satella]
Gran roleo, como siempre, felicitaciones.
Vozher- Mensajes : 868
Fecha de inscripción : 29/07/2012
Localización : Chile
Re: [Roleo/Obtención] El reflejo de un ideal [Satella]
Lo mismo que el napita de arriba, gran roleo Jensa!
Invitado- Invitado
Re: [Roleo/Obtención] El reflejo de un ideal [Satella]
Este roleo me corresponde.
Pero se lo dejo a Satella.
Pero se lo dejo a Satella.
Invitado- Invitado
Re: [Roleo/Obtención] El reflejo de un ideal [Satella]
'' Casi todos los bafforrs fueron destruidos cuando los Yuuzhan vong bombardearon Ithor para erradicar esta arma mortal. La Nueva República aseguró la supervivencia de la especie, pues ya había transferido muestras a otros planetas como Borleias ''
Interesante narración, imaginé todo lo que ocurría a simple lectura, hermoso.
Obtención Válida.
Dejaré el tema abierto por si quieren seguir comentando.
Saludos.
Interesante narración, imaginé todo lo que ocurría a simple lectura, hermoso.
Obtención Válida.
Dejaré el tema abierto por si quieren seguir comentando.
Saludos.
Satella- Mensajes : 1351
Fecha de inscripción : 18/08/2011
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