[Roleo de Obtención] ------
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[Roleo de Obtención] ------
El aburrimiento invadía por completo el cuerpo del joven Sith Murr. Cansado de sus entrenamientos diarios, en los que no hacía más que demostrar sus habilidades, le pidió al Gran Moff de la Estrella de la Muerte que le otorgase una misión. Por fácil que fuese. Le bastaba con ir a otro planeta y buscar allí lo que sea. Enfrentarse a lo que sea. Quería salir un poco de su rutina. En la cámara de Moff, hablaron sobre el tema con el chico.
-¿Por qué quieres salir de la Estrella de la Muerte?
-Me gustaría encontrar alguna aventura eventual fuera de aquí. Si el Imperio se encontrase en peligro o requiriese de mi ayuda, yo de inmediato, vendría a ayudar, dejando de lado mi misión.
-Bueno... ¿y qué es lo que quieres exactamente?
-No quiero nada en concreto. La finalidad de ésto no es obtener nada material, aunque si se obtiene, perfecto.
-Bueno, podrías ir a Yavin IV y coger de allí un cristal Lambent. Son muy peculiares.
-¿Un cristal? Qué cosa más sencilla.
El Gran Moff rió un poco.
-No es tan fácil. Un Lambent no es como cualquier otro cristal. En las plantaciones de Yavin IV encontrarás acción. Créeme.
Con cierto cabreo, Murr aceptó aquella misión. Para él, un estúpido cristal. Para su futuro, una experiencia que recordar. Pero aún no lo sabía.
A la mañana siguiente, sin prisa alguna, tomó sus pertenencias y se dirigió hacia Yavin IV.
Llegó a aquel tropical planeta. Se sentía agobiado allí. Todo era muy... espeso. El aire parecía que costaba respirarlo, y el clima tropical le sobrecargaba los pulmones. Se paró a pensar un momento, entre las junglas de Yavin IV. Tomó aire, ubicándose. Desvió su ruta un tanto, para llegar hasta las plantaciones de Lambent. Con todo el ajetreo, el mal humor, y los constantes pensamientos insultantes hacia la cámara de Moff, Murr se había distraído de su objetivo.
Tras largo rato de caminata, finalmente aquella gran jungla se abría, permitiéndole ver algo más que árboles y más árboles.
Detrás de aquellos cadáveres, de vete tú a saber qué, había algunos muros, que delimitaban una zona.
-Al fin... ahí deben de estar las plantaciones-pensó Murr-
Cruzó el pequeño claro, y se adentró en las plantaciones. No parecía haber nadie. El Sith se acercó lentamente hacia la planta Lambent más cercana. Se agachó junto a ella, recordando el procedimiento para obtener el cristal. Acarició la planta lentamente, y después sacó el cristal, agarrándolo con ambas manos, y lo metió dentro de su túnica. Murr suspiró, triste. Había sido todo demasiado fácil... pero al menos había pasado distraído unas horas.
Quizá estaba demasiado confiado. Murr no sabía que esa experiencia, ni mucho menos terminaba ahí. Un rayo le golpeó, lanzándole hacia atrás. Murr de inmediato se puso en pie, encendiendo su sable láser rojo. Ante él, una criatura negra de un tamaño relativamente grande, emitía ruidos extraños. Era como un huevo enorme, de un color negro, muy negro, con unas patas que parecían más bien tentáculos.
-Pero... pero tú qué eres.
El Dovin basal rugió un poco, y después lanzó otro rayo contra el cuerpo del Sith. Murr lo esquivó, dando un rápido salto hacia el lado. Corrió contra el bicho negro, y ayudándose de la fuerza dio un gran salto por encima de su cuerpo. Al caer, controló mediante su telequinesis una roca de tamaño medio, y la lanzó contra el bicho... y no pudo ser mayor la cara de sorpresa que puso al ver cómo reaccionó el Dovin basal. Absorbió la piedra, como quien absorbe oxígeno para vivir. Había que andarse con ojo. La misión se empezaba a poner fea, así que había que pensar rápido, sin erratas. Controló otra piedra, ésta un poco más grande y la lanzó de nuevo hacia el Dovin basal. Éste, sin mayor problema la absorbió, pero para cuando quiso generar un rayo, el Sith había lanzado contra sus patas negras su sable rojo, cortándole una de ellas. Murr dio un gran salto, recogiendo de nuevo su sable láser, y trató de caer sobre la criatura para terminar con ella. Pero se apartó a tiempo. Entonces, generó una bola de color rojo creció durante apenas un segundo, después salió disparada directamente contra su oponente. La bola impactó contra el Dovin basal, haciéndole golpearse contra un árbol. Murr controló el árbol, y lo dejó caer sobre el Dovin basal, cuyo cuerpo quedó ahí aplastado, aparentemente sin vida. Apagó su sable rojo, y lo guardó entre sus túnicas.
-Estúpidos bichos...-pensó-
Se fue de allí. No quería toparse con otro y meterse en más problemas.
Pero caminando entre la jungla, se dio cuenta de que su pequeña aventura no acababa ahí. Sintió algo. Una perturbación en la fuerza. Había alguien más por allí, merodeando. Murr se giró en todas las direcciones, y en un acto reflejo, se apartó de un destello de color azul que había sido lanzado hacia él. Se giró rápidamente, y observó a una joven morena, de más o menos su misma edad, que portaba una túnica marrón, y un sable azul en su mano izquierda. El que acaba de ser lanzado hacia el Sith. La miró, dudoso.
-¿Qué hace una Jedi aquí?
-Lo que llevas en tu túnica me pertenece.
-¿El cristal?
-Así es. Había venido aquí a por uno, pero ya que me haces el favor de cogerlo tú...
-Primero tendrás que quitármelo.
Se enzarzaron en una pelea que duró varios minutos, en la que todo era intercambio de golpes, choque de sables, pero sin ningún ganador claro. Tanto la Jedi como Murr eran habilidosos con el sable láser. Pero quizá fue Murr, quien cometió un error y se confió demasiado.
En un forcejeo, la Jedi aprovechó para patear una pierna del Sith, lo cual le hizo desequilibrarse por un momento. Abrió su mano hacia las negras túnicas de su enemigo, y usando la fuerza, atrajo de éstas el cristal, cuando tuvo oportunidad de verlo guardado. Nada más hacer eso, la muchacha lo guardó entre sus ropas, así como su sable, y salió corriendo de allí. Murr, furioso, se puso en pie, y la siguió hasta su nave, pero ella llevaba toda la ventaja. Está claro, que esta vez el Sith había perdido... pero no se iba a quedar ahí. Antes de que saliese del planeta, lanzó un chip localizador a la nave de la Jedi.
Aunque ésto le daba la esperanza de volver a encontrarla, no le aseguraba nada. Un chip localizador era algo que, alguien inteligente, podría encontrar fácilmente... por lo que volvió a la Estrella de la Muerte, resignado. Una vez allí, pidió otra cita con el Gran Moff, para contarle lo sucedido.
-¿Traes el cristal, joven?
-No. Lo conseguí de la plantación Lambent, pero una Jedi me lo robó.
-¿Te lo robó? Jajajajaja. Qué torpe.
-Antes de que se fuese logré colocarle un chip localizador en la nave. Así que, iré a buscarla y a recuperar el cristal.
-¿Irás a buscarla? ¿Y por qué no vuelves a Yavin y obtienes tú mismo otro?
-No. Eso sería reconocer que he perdido. Yo quiero ese cristal, y si hace falta le cortaré las manos para recuperarlo.
-Bueno, como quieras. Pero recuerda tus condiciones, si te necesitamos tendrás que venir aquí de inmediato, ¿entendido?
-Sí.
Deseoso de recuperar su cristal, Murr localizó la nave de la Jedi en Alderaan, así que sin perder ni un segundo, se dirigió hacia allí.
Aterrizó su nave, en el claro de un bosque abundante. Ese clima, un tanto más cálido, era más agradable que el de Yavin IV. Y sobre todo, era mucho menos agobiante... aunque él prefería planetas como Dathomir, o Korriban, a pesar de tener bastantes diferencias.
Según su localizador, el chip estaba muy próximo a él... y no se equivocaba. Estaba tirado en el suelo, roto. Aún llegaba señal, pero muy leve. Eso le dejaba pocas posibilidades de seguir adelante. Alzó su cabeza, y se percató de que había una edificación, atravesando el bosque. Tentado por la curiosidad se dirigió hacia allí, y encontró un templo Jedi, en ruinas, similar al de Coruscant... pero éste estaba, aparentemente, vacío.
Encaminó sus pasos hasta la puerta, pero antes, mucho antes de llegar, escuchó una risa joven no muy lejos. Aprovechando que poco a poco la noche caía sobre el planeta, se escondió entre algunas esculturas que había por el lugar, creadas por los antiguos habitantes del templo. Escondiéndose detrás de una y de otra, llegó hasta la pared lateral del templo, donde una niña, muy bella, jugaba a perseguir una mariposa.
-Se parece mucho a la otra... quizá sean parientes.-pensó Murr-
Salió de su escondrijo y se retiró la capucha. Acercóse hacia la muchachita, tratando de disimular su semblante frío.
-Hola, pequeña...-dijo a una distancia prudente-
La niña se paró en seco, y su sonrisa se borró de la joven faz. Los ojos verdes de ella, se fijaron en los ambarinos de él, que no inspiraban demasiada confianza.
-¿Quién eres?-quiso saber ella-
-Soy un amigo de...
-¿De mi hermana?-cortó ella, sonriendo de nuevo-
-Sí, eso es. ¿Sabes dónde está?
-Pues... dijo que venía de un oscuro lugar, y que traía algo consigo. Algo importante que debía de guardar.
-Uhmmm, entiendo.-dijo Murr, sonriendo para sus adentros-
-¿Nos ayudarás?
-¿A qué?
-A encontrar a nuestro padre. Hace tiempo, unos señores malos lo secuestraron... y ahora mi hermana trabaja buscando cosas para pagar la fianza y recuperarlo.
Toda aquella historia era un lío. A Murr, le importaba entre poco y nada el padre de esa niña, la niña, y la Jedi. Él quería su maldito cristal para irse de aquel planeta de una vez, y poder dormir tranquilo. Volviendo a su ser y a la conversación, el Sith respondió.
-Por supuesto que os ayudaré... para eso estoy aquí.
La niña corrió hacia él, y le abrazó fuertemente.
-Estás un poco frío...-dijo ella, mientras que un escalofrío recorría su cuerpo-
-Jajaja, sí.-Murr sonríe- Frío como la muerte, niñita.
No importa quién seas. Lo que seas. Qué hayas hecho, o qué deberás hacer en el futuro. Tu vida se puede escapar con la facilidad que el viento poderoso mueve una hoja de papel. Y así fue, de este modo, con esta facilidad, con la que Murr liberó el último aliento de la niña. De la forma más atroz, para aquella belleza joven. Atravesándole el estómago con su sable láser, el Sith dejó caer el cuerpo inerte de la cría al suelo.
Un grito de ira y dolor sonó a las puertas del templo.
-¡¡NO!!
-¡Vaya! Eres tú. Me he pegado todo este viaje para encontrarte, y que me devolvieses el cristal. Pensé que sería una estupidez, pero...-Murr agacha la cabeza hacia el cadáver- he hecho amigos.
-¡Te mataré, asesino!-dice la Jedi, prendiendo su sable láser azul-
Furiosa, corrió contra el Sith, y de nuevo se inició una pelea, en la que desde el principio, Murr parecía tener todas las de ganar. Ella estaba llena de ira, pero no sabía usarla. Sólo lanzaba ataques descontrolados contra su oponente, pero éste siempre solía olérselos.
Aquel joven Sith tenía un talento especial. Una memoria fotográfica. Podía recordar movimientos, palabras, sensaciones, paisajes... como si los acabase de vivir. Y recordaba también, los movimientos de aquella chica.
En un choque fuerte, los cuerpos de Murr y de la Jedi salieron hacia atrás, disparados. Él, se puso de pie rápidamente, y empujó mediante la fuerza a aquella, quien se había levantado y ya estaba saltando contra él.
El cuerpo de la dama se chocó contra la pared del templo, y antes de que pudiese agarrar su sable, notó una presión fuerte en el cuello. Estaba siendo estrangulada por su oponente. Y su destino no iba a ser muy diferente al de su hermanita.
-Tú me robaste el cristal. Deberías asimilar las consecuencias de molestar de este modo a un ser como yo. Ahora, por tu culpa, estúpida Jedi perdida, tu hermana ha muerto y tú pronto irás con ella.
De repente, Murr sintió un gran vacío en el pecho, provocado por el fragor de la batalla, así que apretando su puño con todas sus fuerzas, terminó con la vida de su enemiga. Cayó al suelo, sintiendo como ese vacío parecía esfumarse... justo después de que que la Jedi muriese.
¿Qué era eso? Jamás había sentido ese dolor interno... ni tampoco esa sensación de saciarse de una forma tan vasta con la muerte de un enemigo.
Se puso en pie, jadeando por el cansancio y por lo que acababa de suceder. Respiró hondo, y alzó su cabeza hacia el templo. Caminó hacia su interior, subiendo unas pequeñas escaleras, y se adentró al fin.
Había una sala circular, con una pequeña mesa al final, y tras ésta una puerta. Sobre la mesa se hallaba el cristal, así que no tuvo más que cogerlo y guardarlo.
No tenía el más mínimo interés en descubrir el resto del templo. Quería irse y descansar un poco... ahora, su mente estaba ocupada en otra cosa. Saber de dónde provenía ese vacío que había sentido Murr, justo antes de matar a la Jedi. Muchas preguntas... pocas respuestas. Muchas experiencias entrarían en la vida del joven Sith, antes de encontrar la respuesta al por qué de esa sensación... pero esa, es otra historia.
Obtengo: Cristal Lambent.
No sabía cómo hacer el roleo, porque en sí, obtener un cristal no tiene demasiada complicación. En principio quise centrar la historia en una batalla con los Dovin basal, o algo así, pero finalmente decidí que no. Sé que he falseado un poco en eso de matar al Dovin basal, puesto que siempre solían ir en grupos, pero no sé mucho de estos bichos y la información que me ofrece de ellos internet no parece demasiado fiable por lo que me dicen, así que... centré la historia en esa búsqueda posterior y recuperación del cristal.
-¿Por qué quieres salir de la Estrella de la Muerte?
-Me gustaría encontrar alguna aventura eventual fuera de aquí. Si el Imperio se encontrase en peligro o requiriese de mi ayuda, yo de inmediato, vendría a ayudar, dejando de lado mi misión.
-Bueno... ¿y qué es lo que quieres exactamente?
-No quiero nada en concreto. La finalidad de ésto no es obtener nada material, aunque si se obtiene, perfecto.
-Bueno, podrías ir a Yavin IV y coger de allí un cristal Lambent. Son muy peculiares.
-¿Un cristal? Qué cosa más sencilla.
El Gran Moff rió un poco.
-No es tan fácil. Un Lambent no es como cualquier otro cristal. En las plantaciones de Yavin IV encontrarás acción. Créeme.
Con cierto cabreo, Murr aceptó aquella misión. Para él, un estúpido cristal. Para su futuro, una experiencia que recordar. Pero aún no lo sabía.
A la mañana siguiente, sin prisa alguna, tomó sus pertenencias y se dirigió hacia Yavin IV.
Llegó a aquel tropical planeta. Se sentía agobiado allí. Todo era muy... espeso. El aire parecía que costaba respirarlo, y el clima tropical le sobrecargaba los pulmones. Se paró a pensar un momento, entre las junglas de Yavin IV. Tomó aire, ubicándose. Desvió su ruta un tanto, para llegar hasta las plantaciones de Lambent. Con todo el ajetreo, el mal humor, y los constantes pensamientos insultantes hacia la cámara de Moff, Murr se había distraído de su objetivo.
Tras largo rato de caminata, finalmente aquella gran jungla se abría, permitiéndole ver algo más que árboles y más árboles.
Detrás de aquellos cadáveres, de vete tú a saber qué, había algunos muros, que delimitaban una zona.
-Al fin... ahí deben de estar las plantaciones-pensó Murr-
Cruzó el pequeño claro, y se adentró en las plantaciones. No parecía haber nadie. El Sith se acercó lentamente hacia la planta Lambent más cercana. Se agachó junto a ella, recordando el procedimiento para obtener el cristal. Acarició la planta lentamente, y después sacó el cristal, agarrándolo con ambas manos, y lo metió dentro de su túnica. Murr suspiró, triste. Había sido todo demasiado fácil... pero al menos había pasado distraído unas horas.
Quizá estaba demasiado confiado. Murr no sabía que esa experiencia, ni mucho menos terminaba ahí. Un rayo le golpeó, lanzándole hacia atrás. Murr de inmediato se puso en pie, encendiendo su sable láser rojo. Ante él, una criatura negra de un tamaño relativamente grande, emitía ruidos extraños. Era como un huevo enorme, de un color negro, muy negro, con unas patas que parecían más bien tentáculos.
-Pero... pero tú qué eres.
El Dovin basal rugió un poco, y después lanzó otro rayo contra el cuerpo del Sith. Murr lo esquivó, dando un rápido salto hacia el lado. Corrió contra el bicho negro, y ayudándose de la fuerza dio un gran salto por encima de su cuerpo. Al caer, controló mediante su telequinesis una roca de tamaño medio, y la lanzó contra el bicho... y no pudo ser mayor la cara de sorpresa que puso al ver cómo reaccionó el Dovin basal. Absorbió la piedra, como quien absorbe oxígeno para vivir. Había que andarse con ojo. La misión se empezaba a poner fea, así que había que pensar rápido, sin erratas. Controló otra piedra, ésta un poco más grande y la lanzó de nuevo hacia el Dovin basal. Éste, sin mayor problema la absorbió, pero para cuando quiso generar un rayo, el Sith había lanzado contra sus patas negras su sable rojo, cortándole una de ellas. Murr dio un gran salto, recogiendo de nuevo su sable láser, y trató de caer sobre la criatura para terminar con ella. Pero se apartó a tiempo. Entonces, generó una bola de color rojo creció durante apenas un segundo, después salió disparada directamente contra su oponente. La bola impactó contra el Dovin basal, haciéndole golpearse contra un árbol. Murr controló el árbol, y lo dejó caer sobre el Dovin basal, cuyo cuerpo quedó ahí aplastado, aparentemente sin vida. Apagó su sable rojo, y lo guardó entre sus túnicas.
-Estúpidos bichos...-pensó-
Se fue de allí. No quería toparse con otro y meterse en más problemas.
Pero caminando entre la jungla, se dio cuenta de que su pequeña aventura no acababa ahí. Sintió algo. Una perturbación en la fuerza. Había alguien más por allí, merodeando. Murr se giró en todas las direcciones, y en un acto reflejo, se apartó de un destello de color azul que había sido lanzado hacia él. Se giró rápidamente, y observó a una joven morena, de más o menos su misma edad, que portaba una túnica marrón, y un sable azul en su mano izquierda. El que acaba de ser lanzado hacia el Sith. La miró, dudoso.
-¿Qué hace una Jedi aquí?
-Lo que llevas en tu túnica me pertenece.
-¿El cristal?
-Así es. Había venido aquí a por uno, pero ya que me haces el favor de cogerlo tú...
-Primero tendrás que quitármelo.
Se enzarzaron en una pelea que duró varios minutos, en la que todo era intercambio de golpes, choque de sables, pero sin ningún ganador claro. Tanto la Jedi como Murr eran habilidosos con el sable láser. Pero quizá fue Murr, quien cometió un error y se confió demasiado.
En un forcejeo, la Jedi aprovechó para patear una pierna del Sith, lo cual le hizo desequilibrarse por un momento. Abrió su mano hacia las negras túnicas de su enemigo, y usando la fuerza, atrajo de éstas el cristal, cuando tuvo oportunidad de verlo guardado. Nada más hacer eso, la muchacha lo guardó entre sus ropas, así como su sable, y salió corriendo de allí. Murr, furioso, se puso en pie, y la siguió hasta su nave, pero ella llevaba toda la ventaja. Está claro, que esta vez el Sith había perdido... pero no se iba a quedar ahí. Antes de que saliese del planeta, lanzó un chip localizador a la nave de la Jedi.
Aunque ésto le daba la esperanza de volver a encontrarla, no le aseguraba nada. Un chip localizador era algo que, alguien inteligente, podría encontrar fácilmente... por lo que volvió a la Estrella de la Muerte, resignado. Una vez allí, pidió otra cita con el Gran Moff, para contarle lo sucedido.
-¿Traes el cristal, joven?
-No. Lo conseguí de la plantación Lambent, pero una Jedi me lo robó.
-¿Te lo robó? Jajajajaja. Qué torpe.
-Antes de que se fuese logré colocarle un chip localizador en la nave. Así que, iré a buscarla y a recuperar el cristal.
-¿Irás a buscarla? ¿Y por qué no vuelves a Yavin y obtienes tú mismo otro?
-No. Eso sería reconocer que he perdido. Yo quiero ese cristal, y si hace falta le cortaré las manos para recuperarlo.
-Bueno, como quieras. Pero recuerda tus condiciones, si te necesitamos tendrás que venir aquí de inmediato, ¿entendido?
-Sí.
Deseoso de recuperar su cristal, Murr localizó la nave de la Jedi en Alderaan, así que sin perder ni un segundo, se dirigió hacia allí.
Aterrizó su nave, en el claro de un bosque abundante. Ese clima, un tanto más cálido, era más agradable que el de Yavin IV. Y sobre todo, era mucho menos agobiante... aunque él prefería planetas como Dathomir, o Korriban, a pesar de tener bastantes diferencias.
Según su localizador, el chip estaba muy próximo a él... y no se equivocaba. Estaba tirado en el suelo, roto. Aún llegaba señal, pero muy leve. Eso le dejaba pocas posibilidades de seguir adelante. Alzó su cabeza, y se percató de que había una edificación, atravesando el bosque. Tentado por la curiosidad se dirigió hacia allí, y encontró un templo Jedi, en ruinas, similar al de Coruscant... pero éste estaba, aparentemente, vacío.
Encaminó sus pasos hasta la puerta, pero antes, mucho antes de llegar, escuchó una risa joven no muy lejos. Aprovechando que poco a poco la noche caía sobre el planeta, se escondió entre algunas esculturas que había por el lugar, creadas por los antiguos habitantes del templo. Escondiéndose detrás de una y de otra, llegó hasta la pared lateral del templo, donde una niña, muy bella, jugaba a perseguir una mariposa.
-Se parece mucho a la otra... quizá sean parientes.-pensó Murr-
Salió de su escondrijo y se retiró la capucha. Acercóse hacia la muchachita, tratando de disimular su semblante frío.
-Hola, pequeña...-dijo a una distancia prudente-
La niña se paró en seco, y su sonrisa se borró de la joven faz. Los ojos verdes de ella, se fijaron en los ambarinos de él, que no inspiraban demasiada confianza.
-¿Quién eres?-quiso saber ella-
-Soy un amigo de...
-¿De mi hermana?-cortó ella, sonriendo de nuevo-
-Sí, eso es. ¿Sabes dónde está?
-Pues... dijo que venía de un oscuro lugar, y que traía algo consigo. Algo importante que debía de guardar.
-Uhmmm, entiendo.-dijo Murr, sonriendo para sus adentros-
-¿Nos ayudarás?
-¿A qué?
-A encontrar a nuestro padre. Hace tiempo, unos señores malos lo secuestraron... y ahora mi hermana trabaja buscando cosas para pagar la fianza y recuperarlo.
Toda aquella historia era un lío. A Murr, le importaba entre poco y nada el padre de esa niña, la niña, y la Jedi. Él quería su maldito cristal para irse de aquel planeta de una vez, y poder dormir tranquilo. Volviendo a su ser y a la conversación, el Sith respondió.
-Por supuesto que os ayudaré... para eso estoy aquí.
La niña corrió hacia él, y le abrazó fuertemente.
-Estás un poco frío...-dijo ella, mientras que un escalofrío recorría su cuerpo-
-Jajaja, sí.-Murr sonríe- Frío como la muerte, niñita.
No importa quién seas. Lo que seas. Qué hayas hecho, o qué deberás hacer en el futuro. Tu vida se puede escapar con la facilidad que el viento poderoso mueve una hoja de papel. Y así fue, de este modo, con esta facilidad, con la que Murr liberó el último aliento de la niña. De la forma más atroz, para aquella belleza joven. Atravesándole el estómago con su sable láser, el Sith dejó caer el cuerpo inerte de la cría al suelo.
Un grito de ira y dolor sonó a las puertas del templo.
-¡¡NO!!
-¡Vaya! Eres tú. Me he pegado todo este viaje para encontrarte, y que me devolvieses el cristal. Pensé que sería una estupidez, pero...-Murr agacha la cabeza hacia el cadáver- he hecho amigos.
-¡Te mataré, asesino!-dice la Jedi, prendiendo su sable láser azul-
Furiosa, corrió contra el Sith, y de nuevo se inició una pelea, en la que desde el principio, Murr parecía tener todas las de ganar. Ella estaba llena de ira, pero no sabía usarla. Sólo lanzaba ataques descontrolados contra su oponente, pero éste siempre solía olérselos.
Aquel joven Sith tenía un talento especial. Una memoria fotográfica. Podía recordar movimientos, palabras, sensaciones, paisajes... como si los acabase de vivir. Y recordaba también, los movimientos de aquella chica.
En un choque fuerte, los cuerpos de Murr y de la Jedi salieron hacia atrás, disparados. Él, se puso de pie rápidamente, y empujó mediante la fuerza a aquella, quien se había levantado y ya estaba saltando contra él.
El cuerpo de la dama se chocó contra la pared del templo, y antes de que pudiese agarrar su sable, notó una presión fuerte en el cuello. Estaba siendo estrangulada por su oponente. Y su destino no iba a ser muy diferente al de su hermanita.
-Tú me robaste el cristal. Deberías asimilar las consecuencias de molestar de este modo a un ser como yo. Ahora, por tu culpa, estúpida Jedi perdida, tu hermana ha muerto y tú pronto irás con ella.
De repente, Murr sintió un gran vacío en el pecho, provocado por el fragor de la batalla, así que apretando su puño con todas sus fuerzas, terminó con la vida de su enemiga. Cayó al suelo, sintiendo como ese vacío parecía esfumarse... justo después de que que la Jedi muriese.
¿Qué era eso? Jamás había sentido ese dolor interno... ni tampoco esa sensación de saciarse de una forma tan vasta con la muerte de un enemigo.
Se puso en pie, jadeando por el cansancio y por lo que acababa de suceder. Respiró hondo, y alzó su cabeza hacia el templo. Caminó hacia su interior, subiendo unas pequeñas escaleras, y se adentró al fin.
Había una sala circular, con una pequeña mesa al final, y tras ésta una puerta. Sobre la mesa se hallaba el cristal, así que no tuvo más que cogerlo y guardarlo.
No tenía el más mínimo interés en descubrir el resto del templo. Quería irse y descansar un poco... ahora, su mente estaba ocupada en otra cosa. Saber de dónde provenía ese vacío que había sentido Murr, justo antes de matar a la Jedi. Muchas preguntas... pocas respuestas. Muchas experiencias entrarían en la vida del joven Sith, antes de encontrar la respuesta al por qué de esa sensación... pero esa, es otra historia.
El holocrón se apaga lentamente.
Obtengo: Cristal Lambent.
No sabía cómo hacer el roleo, porque en sí, obtener un cristal no tiene demasiada complicación. En principio quise centrar la historia en una batalla con los Dovin basal, o algo así, pero finalmente decidí que no. Sé que he falseado un poco en eso de matar al Dovin basal, puesto que siempre solían ir en grupos, pero no sé mucho de estos bichos y la información que me ofrece de ellos internet no parece demasiado fiable por lo que me dicen, así que... centré la historia en esa búsqueda posterior y recuperación del cristal.
Defiance- Mensajes : 1817
Fecha de inscripción : 06/02/2012
Edad : 27
Re: [Roleo de Obtención] ------
UP, Que veo que os habéis pasado este roleo por el arco del triunfo.
Defiance- Mensajes : 1817
Fecha de inscripción : 06/02/2012
Edad : 27
Re: [Roleo de Obtención] ------
Lo primero, ha pasado un día desde que subiste el roleo así que no seas impaciente, es molesto que critiques esto si no ha pasado nada de tiempo.
Al ser un cristal Lambet no creo que haya problema en no someterlo a votación. En futuros roleos intenta alargar más las batallas que realices, si es que las hay. También la busqueda, ya que es algo simple, los cristales lambet en Yavin estaban en lugares concretos, no en toda la jungla.
Obtención Válida.
Al ser un cristal Lambet no creo que haya problema en no someterlo a votación. En futuros roleos intenta alargar más las batallas que realices, si es que las hay. También la busqueda, ya que es algo simple, los cristales lambet en Yavin estaban en lugares concretos, no en toda la jungla.
Obtención Válida.
Tragew- Mensajes : 752
Fecha de inscripción : 15/10/2011
Localización : -----------------------------
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