[Roleo + Obtención] Batalla, duelo

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-Vamos levanta, o llegaremos tarde. El crucero partirá ya Effekt

Salí de mi tienda de campaña cuando el sol me cegó completamente produciendo destellos de luz radiante sobre mis ojos. Observé como ya todo el ejército que se encontraba en ese momento en el campamento comenzaba a subir a una gran nave Imperial, que nos llevaría hasta Bal’demnic donde haríamos de refuerzos a varios pelotones acorralados por las fuerzas republicanas. Cogí nada más que mi sable láser que tanto me había ayudado y mi armadura que siempre me protegía de cortes y disparos lejanos poco potentes. Sin ningún otro tipo de objeto subí a la nave por la rampa a la vez que varios pelotones de stormtroopers, a los que yo mismo iba a comandar. A los pocos minutos la nave ya había despegado en dirección a la guerra.

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Comencemos a caminar siguiendo el rumbo de las recientes huellas a un ritmo acelerado, no teníamos tiempo que perder. La caravana siguió lentamente el paso de las montañas mientras yo estaba sumergido en mis pensamientos, intentando recordar por qué me sonaba tanto este planeta tan curioso… algo había oído yo nombrar de Bal’demnic, aunque no recuerde el qué. Pensé en varios echos históricos del Imperio en adelante… pero no logré recordar nada. Cada vez las pisadas iban siendo más claras, así que no podían andar muy lejos.

Mandé a todos a parar para descansar mientras debatía con los Oficiales de los diferentes pelotones varias decisiones para la batalla.

-Yo pienso que deberíamos dividirnos en dos y emboscarlos –Dijo uno de los oficiales- Será más eficaz.

-No, no es la mejor forma –Dije haciéndome notar- Permaneceremos todos juntos, así le daremos con todo y será peor para nuestros enemigos.

Tras hablar yo todos estuvieron de acuerdo a mis decisiones y nadie se dignó a cuestionarlas. Avanzamos poco a poco hasta que los encontremos al final. Eran un gran grupo, aunque nosotros los superáramos en número también eran muchos, alrededor de unos cuatrocientos a ojo. Prendí mi sable láser y me preparé para la guerra que iba a comenzar en breves minutos.

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-Tu.. tu me has llamado débil..

Después de hablar ataqué al extraño espíritu pero este con suma facilidad lo evadió. Para castigar mi osadía sacó su sable y con el mango golpeó mi sien, tirándome al suelo al borde de la inconsciencia, luego me volvió a golpear y todo se sumió en la más profunda oscuridad. Para cuando me desperté estaba detrás de las montañas, alejado del combate donde todos me necesitaban. Al levantarme mi de pie a escasos metros de mi a una extraña figura y lo recordé todo. Ese era Darth Tenebrous, o al menos su espíritu. Aún desconocía la razón por la que lo había visto, puede que sea pura casualidad, pero yo creí que era algo más profundo que eso.

-¿Para que me quieres?, ¿Qué necesitas de mi?

-Nada, absolutamente nada.-Contestó con frialdad- Desde que comenzó esa batalla te vi luchar, no eres malo con el sable. Aún así te queda mucho por aprender.

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Volví a ponerme en pie y otra vez me atacó, pero ahora supe anticiparme y coloqué mi sable en posición horizontal, de forma que bloqueé su segundo ataque. Al ver que una patada suya se acercaba a mi estómago salté hacia atrás en posición y caí apoyado con una rodilla en el suelo. Este volvió a acercarse a mí, pero lentamente y sin levantar su arma, de forma que venía totalmente desprotegido a mí. Ondeé mi sable en el aire y me acerqué a este a su misma velocidad, casi caminando. Al ver que llegaba hasta mi salté por encima de él, pero, antes de que me diera cuenta levantó un brazo, que golpeó mi pierna y me desestabilizó.

Caí al suelo de cabeza y un fuerte dolor me martilleaba el cráneo mientras intentaba concentrarme en vano para volver a la lucha. Al intentar levantarme mi rival me pisó la cabeza enterrándome totalmente en el fango. Escupí barro varias veces entre tos y vómito y me puse en pie dolorido. Sin duda mi rival era más experto que yo, que tan sólo era un joven con mucha arrogancia pero poca habilidad.

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Después de hablar el espíritu desapareció de mi vista. Yo caminé por los caminos rocosos de las montañas hasta escuchar sonidos de disparos tanto de infantería como de artillería. Corrí hasta el sonido producido por la batalla y encontré como los Imperiales habían retrocedido muchos metros y los republicanos seguían avanzando. Al verme, los soldados comenzaron a gritar eufóricos y entre vítores y gritos de auxilio comencé a segar vidas con mi nueva arma, la mejor de todas.