Las crónicas de Larducias
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Vúllix
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Darth Vulnus
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Las crónicas de Larducias
13 DGLS
Planeta Cathar: Ciudadela arbórea de la tribu Ramerr
¡Grrarrhh! Finalmente estaba fuera, la nueva cría de la tribu Ramerr fue dada a luz en la cámara del curandero. Podían escucharse aplausos, gruñidos y los petardos de los hongos Cathar explotando por doquier.
—¿Cómo lo llamarrás?
—Que luche porr sus sueños... como los ancestrros... —Respondió la agotada hembra, entrecortada por el dolor del parto.
—Se llamarrá Larducias
El anciano tomó de entre los brazos de la recién parida a la cría, envolviéndola en las finas telas típicas del ritual se levantó y saliendo de la ornamentada cámara, lo entregó al padre que lo esperaba airado por la celebración de sus compañeros.
Sin rodeos, el curandero soltó al aire ''Larducias'' y los petardos explotaron nuevamente, ésta vez parecía que el sonido de las explosiones era más intenso. El padre tomó al recién nacido y lo levantó ante la tribu que gruñía ansiosa por conocer al niño.
—¡Larducias! —Gritó el macho con el bebé en lo más alto que sus garras podían alcanzar
Aquel día finalizó con un par de amargas copas en la taberna de reunión mientras que, Larducias, dormía sobre el regazo acolchado y peludo de su madre.
23 DGLS
Planeta Cathar: Sabana desértica del Norte
Atardecía y la cabeza de caza, el padre de Larducias, había sido herido por las bestias de la sabana. Se encontraban demasiado lejos de la ciudadela como para avisar al curandero y también, demasiado ocupados protegiendo al grupo joven que tendría su primera jornada ese mismo día.
—¡Grrrarr, muévanse de una maldita vez! —Podía escucharse la voz de Larducias a todo pulmón, gritándole al grupo para que le ayudaran a cargar a su padre.
—¿Y tú qué crrees que erres, la cabeza? —Preguntó Feeth entre carcajadas, uno de los jóvenes.
Larducias se encontraba demasiado preocupado por su padre como para darle importancia a los fastidiosos comentarios de su compañero.
La sangre se deslizaba entre el denso pelaje del líder que reposaba sobre la tabla de la carretilla tirada por el esfuerzo de un par de amigos de su hijo.
—Hijo...
—No-no hables pa-padrre, estarrás me-mejorr si callas, te-te llevarremos co-con el curranderro —Le dijo Larducias, tartamudeando ante el temor de perder a su progenitor.
—Es necesario que me oigas... hijo, quiero que me prometas que...
—¡Hazme caso padrre, guarrda silencio! —Exclamó Larducias
—Prométeme que... cuidarrás a tu madrre... y a la trribu...
—¡No digas tonterrías! —Exclamó el chico con los ojos anegados en lágrimas— ¡Eres tú quien nos protege!
—Larrducias... —Susurró mientras miraba por última vez a su hijo. Tras ésto, cerró sus ojos para siempre.
Se hizo el silencio, nada más se escuchaba el respirar agitado de las bestias aún vigorosas esperando para devorar a los cazadores... y el silencio se rompió.
El grito desgarrador de Larducias aturdió tanto a los presentes que hasta las bestias mismas retrocedieron unos pasos. El chico estaba en frenesí, entre lágrimas y gruñidos recordó dónde estaba, qué hacía y lo que acababa de ocurrir.
La lanza del muchacho cayó al suelo y su cuerpo se movió de manera fugaz, saltando por sobre los cazadores adultos y las cabezas de las bestias.
Un chillido.
Y una de las bestias se desplomó en el suelo, desangrándose. Larducias aún estaba de cuclillas sobre su cuello con una de sus garras introducida en el mismo. La segunda bestia salió al trote tras ver a su pareja caída, rebuznando.
El segundo Cathar al mando pidió silencio en señal de respeto a la muerte. En ese mismo lugar, esa misma noche, quemaron el cadáver del padre de Larducias y lo encomendaron a los ancestros.
27 DGLS
Planeta Cathar: Puente de la valentía
Los jóvenes de la tribu Ramerr se encontraban en el borde del árbol de la ciudadela donde conecta el ''Puente de la valentía'' con la ciudadela de la tribu Samar. El lugar más temido por ambas tribus, donde a la edad de 14 años los jóvenes tenían que enfrentarse a muerte para decidir el título de ''Cabeza'', envidiado por los menores grupos de caza.
—¡Larducias, tú te enfrrentarrás a la tribu Samar! —Exclamó el curandero frente a la tribu Ramerr.
—Idiota —Murmuró Feeth a sus compañeros.
—Serrá todo un honorr —Respondió Larducias al llamado.
Larducias se levantó y se posó en el extremo Ramerr del puente de la valentía, esperando ver a su rival que, poco después, apareció al otro extremo vociferando su nombre.
—¡Zor!
El corpulento Cathar de la tribu Samar gruñía, mirando en la distancia a Larducias.
¡Oooooooooo! Sonó la corneta de la tribu Samar y posteriormente, Ramerr: el anuncio de que la batalla daba inicio.
Ambos, Zor y Larducias corrieron el uno contra el otro con garras y lanza, empezó el combate. Los zarpazos al aire, al pecho y el costado impactaban uno tras otro, los competidores soltaban gemidos de dolor cada vez que eran heridos.
El puente tambaleaba, mientras más atacaban, más se movía y les impedían defenderse el uno del otro.
Finalmente alguien cayó a las tablas del puente, derribado por Zor, Larducias había caído. La tribu Samar vociferaba y gruñía desde su extremo, celebrando la caída del joven.
—Los ancestrros se decepcionarrían mucho de ti
—¡No menciones a los ancestrros!
—Oh, vamos, no creerrás en las estupideces que dice tu curranderro ¿o sí?
— ¡Para mi esas estupideces son verrdades!
Se produjo una explosión en el centro del puente, donde discutían. El cuerpo de Zor salió volando y luego cayó al vacío sin ningún tipo de explicación.
—Gracias... ancestrros... —Agradeció Larducias en voz baja, orando a los espíritus.
Para cualquier otro tipo de civilización, la competencia era un acto bruto e innecesario, pero las tradiciones tribales debían mantenerse por los siglos de los siglos y, en ésta ocasión, Larducias fue favorecido por los ancestros ¿o quizás no?
Nadie se explicó lo ocurrido, el mismo ganador se rehusó a dar razón alguna y así se convirtió en la cabeza de cacería. Ésto sólo fue el inicio, más allá de las creencias espirituales, algo, algo se movió a favor de Larducias.
28 DGLS
Planeta Cathar: Andamios de acceso
El ingreso a la ciudadela estaba atrofiado, repleto de la multitud guerrera luchando contra una invasión desconocida. Criaturas lampiñas de color carmesí con extrañas protuberancias y cuerpos fornidos, fieros guerreros. El número de invasores diezmaba a la tribu Ramerr que poco a poco cedía ante sus combatientes.
—¡Ayuda, ayuda!
Feeth había sido herido por el enemigo, estaba acorralado hasta que de la nada, súbitamente apareció Larducias para librarlo de sus agresores.
—¡Ya me debes una! —Exclamó Larducias
—Tiene que serr una brroma
¡Clash! Garras y lanzas chocaban en el aire, defensores y atacantes caían fila tras fila, algunos muertos y otros malheridos. La aparición de Larducias en el combate mejoró la situación.
—¡Cuidado! —Gritó Elisha, una Ramerr
Larducias se agachó instintivamente y una especie de boomerang pasó por sobre su cabeza cortándole unos mechones de pelo. El arma regresó a mano de su portador, una corpulenta criatura.
El Cathar se puso de cuclillas y saltó bastante alto, cayendo sobre su enemigo con fiereza. Ambos se revolcaron en el suelo, hiriéndose mutuamente hasta que la cabeza de la tribu Ramerr logró vencer.
Al descuidarse, otro de los atacantes aprovechó para intentar asesinar a Feeth, que estaba en el suelo. Larducias olfateó, se dio la vuelta y utilizó su más extraña habilidad, apuntó con su garra abierta al enemigo y... ¡Arr! El aullido del atacante se confundió con los gritos de la batalla, fue atraído hasta la garra de Larducias, por la cual murió.
—¡Zthmrr! —Un extraño sonido se escuchó en la batalla, provenía de quien al parecer era el superior de los atacantes.
Entonces los invasores retrocedieron y subieron a sus extraños transportadores arcaicos cubiertos de metales preciosos.
—¡Lleven a los herridos con el curranderro y su aprendiz, los guerrerros venid conmigo!
—¡Vámos, rrápido!
Las columnas de Cathar se movieron rápidamente para rastrear a los invasores cuyas huellas y olor, extrañamente, habían desaparecido al llegar al borde del peñasco.
—¿Porr qué vinierron, Larrducias? —Preguntó Elisha.
—Perrdón Elisha, se me olvidó prresentarrme —Respondió Larducias, frustrado.
Los guerreros Ramerr regresaron a la ciudadela para reparar los daños del combate y estabilizar al pueblo. Gran parte de la población estaba reunida alrededor de la cámara del curandero que hacía su trabajo a pesar de su anciana edad.
28 DGLS
Planeta Cathar: Ruta desértica
Una nave con el símbolo de la República Galáctica había aterrizado en el umbral del desierto de Cathar. Recibido por el grupo de cazadores recientemente heridos, de manera pacífica. La voz del sujeto que aparentaba estar al mando, se alzó por sobre las cabezas de los Ramerr.
—¡Saludos Cathar, venimos en son de paz! ¡Mi nombre es Selkris y vengo desde muy lejos!
—Selkrris, no lo conocemos ¿cuál es el motivo de su visita? —Preguntó Larducias, escurriéndose entre la multitud para llegar hasta la rampa de la nave.
El Jedi vaciló unos segundos, observando al salvaje con calma.
—Un placer, Larducias de la tribu Ramerr. Vine en tu búsqueda.
Larducias le observó directamente a los ojos, olfateando el aire y memorizando su esencia. No le pareció raro tan extraña visita y que, al igual que él, pudiera leer los pensamientos ¿Era una señal de los ancestros?
—Retírrense a la ciudadela, yo me encarrgaré de recibirrlo —Ordenó la cabeza del grupo.
—¿Porr qué tienes que atenderrlo tú, Larducias? ¿Ocultas algo? —Preguntó Feeth con un gesto socarrón.
—¡Lárrgate! —Ordenó Larducias, gruñendo.
El joven Cathar dio una cabezada con enojo y se retiró junto al grupo de caza, tal cual lo había ordenado Larducias, aún sin dejar de sospechar.
Una vez todos se habían ido, Selkris invitó a Larducias a pasar al interior de su nave. El Cathar no se negó, entraron y charlaron durante un par de horas.
Desde la ciudadela, con ayuda de equipo de espionaje, Feeth observaba la nave desde la lejanía. La misma se movía de un lado a otro en ocasiones, dando a saber que ocurría algo en su interior.
—Entonces... ¿Vendrás con nosotros?
—No quiero dejarr a mi trribu, pero tengo que
—¿Quieres despedirte?
—Parra nada, no quiero darr explicaciones
Dentro de la cabeza de Larducias se movían infinidad de incógnitas y, la frustración de pensar lo que podría opinar su vieja madre sobre ello.
—Tranquilo, Larducias —Dijo Selkris en tono sereno, sin siquiera mirarlo.
Mientras tanto, en la ciudadela, la madre de Larducias recibió un mensaje mental transmitido telepáticamente por la voz de Selkris.
—Su hijo estará bien
Nada más que cuatro palabras dieron tranquilidad a su madre que salió corriendo de su habitación para ver la nave partir, dejando atrás a toda una civilización.
Desde la ciudadela, los cazadores maldecían al sujeto que comandaba la nave. Algunos incluso lanzaron sus armas con todas sus fuerzas en dirección de la nave, obviamente sin el éxito de impactarla.
La nave ascendió a toda velocidad, saliendo de la atmósfera de Cathar y, en un brusco salto al hiperespacio, desapareció sin dejar rastro alguno.
Planeta Cathar: Ciudadela arbórea de la tribu Ramerr
¡Grrarrhh! Finalmente estaba fuera, la nueva cría de la tribu Ramerr fue dada a luz en la cámara del curandero. Podían escucharse aplausos, gruñidos y los petardos de los hongos Cathar explotando por doquier.
—¿Cómo lo llamarrás?
—Que luche porr sus sueños... como los ancestrros... —Respondió la agotada hembra, entrecortada por el dolor del parto.
—Se llamarrá Larducias
El anciano tomó de entre los brazos de la recién parida a la cría, envolviéndola en las finas telas típicas del ritual se levantó y saliendo de la ornamentada cámara, lo entregó al padre que lo esperaba airado por la celebración de sus compañeros.
Sin rodeos, el curandero soltó al aire ''Larducias'' y los petardos explotaron nuevamente, ésta vez parecía que el sonido de las explosiones era más intenso. El padre tomó al recién nacido y lo levantó ante la tribu que gruñía ansiosa por conocer al niño.
—¡Larducias! —Gritó el macho con el bebé en lo más alto que sus garras podían alcanzar
Aquel día finalizó con un par de amargas copas en la taberna de reunión mientras que, Larducias, dormía sobre el regazo acolchado y peludo de su madre.
23 DGLS
Planeta Cathar: Sabana desértica del Norte
Atardecía y la cabeza de caza, el padre de Larducias, había sido herido por las bestias de la sabana. Se encontraban demasiado lejos de la ciudadela como para avisar al curandero y también, demasiado ocupados protegiendo al grupo joven que tendría su primera jornada ese mismo día.
—¡Grrrarr, muévanse de una maldita vez! —Podía escucharse la voz de Larducias a todo pulmón, gritándole al grupo para que le ayudaran a cargar a su padre.
—¿Y tú qué crrees que erres, la cabeza? —Preguntó Feeth entre carcajadas, uno de los jóvenes.
Larducias se encontraba demasiado preocupado por su padre como para darle importancia a los fastidiosos comentarios de su compañero.
La sangre se deslizaba entre el denso pelaje del líder que reposaba sobre la tabla de la carretilla tirada por el esfuerzo de un par de amigos de su hijo.
—Hijo...
—No-no hables pa-padrre, estarrás me-mejorr si callas, te-te llevarremos co-con el curranderro —Le dijo Larducias, tartamudeando ante el temor de perder a su progenitor.
—Es necesario que me oigas... hijo, quiero que me prometas que...
—¡Hazme caso padrre, guarrda silencio! —Exclamó Larducias
—Prométeme que... cuidarrás a tu madrre... y a la trribu...
—¡No digas tonterrías! —Exclamó el chico con los ojos anegados en lágrimas— ¡Eres tú quien nos protege!
—Larrducias... —Susurró mientras miraba por última vez a su hijo. Tras ésto, cerró sus ojos para siempre.
Se hizo el silencio, nada más se escuchaba el respirar agitado de las bestias aún vigorosas esperando para devorar a los cazadores... y el silencio se rompió.
El grito desgarrador de Larducias aturdió tanto a los presentes que hasta las bestias mismas retrocedieron unos pasos. El chico estaba en frenesí, entre lágrimas y gruñidos recordó dónde estaba, qué hacía y lo que acababa de ocurrir.
La lanza del muchacho cayó al suelo y su cuerpo se movió de manera fugaz, saltando por sobre los cazadores adultos y las cabezas de las bestias.
Un chillido.
Y una de las bestias se desplomó en el suelo, desangrándose. Larducias aún estaba de cuclillas sobre su cuello con una de sus garras introducida en el mismo. La segunda bestia salió al trote tras ver a su pareja caída, rebuznando.
El segundo Cathar al mando pidió silencio en señal de respeto a la muerte. En ese mismo lugar, esa misma noche, quemaron el cadáver del padre de Larducias y lo encomendaron a los ancestros.
27 DGLS
Planeta Cathar: Puente de la valentía
Los jóvenes de la tribu Ramerr se encontraban en el borde del árbol de la ciudadela donde conecta el ''Puente de la valentía'' con la ciudadela de la tribu Samar. El lugar más temido por ambas tribus, donde a la edad de 14 años los jóvenes tenían que enfrentarse a muerte para decidir el título de ''Cabeza'', envidiado por los menores grupos de caza.
—¡Larducias, tú te enfrrentarrás a la tribu Samar! —Exclamó el curandero frente a la tribu Ramerr.
—Idiota —Murmuró Feeth a sus compañeros.
—Serrá todo un honorr —Respondió Larducias al llamado.
Larducias se levantó y se posó en el extremo Ramerr del puente de la valentía, esperando ver a su rival que, poco después, apareció al otro extremo vociferando su nombre.
—¡Zor!
El corpulento Cathar de la tribu Samar gruñía, mirando en la distancia a Larducias.
¡Oooooooooo! Sonó la corneta de la tribu Samar y posteriormente, Ramerr: el anuncio de que la batalla daba inicio.
Ambos, Zor y Larducias corrieron el uno contra el otro con garras y lanza, empezó el combate. Los zarpazos al aire, al pecho y el costado impactaban uno tras otro, los competidores soltaban gemidos de dolor cada vez que eran heridos.
El puente tambaleaba, mientras más atacaban, más se movía y les impedían defenderse el uno del otro.
Finalmente alguien cayó a las tablas del puente, derribado por Zor, Larducias había caído. La tribu Samar vociferaba y gruñía desde su extremo, celebrando la caída del joven.
—Los ancestrros se decepcionarrían mucho de ti
—¡No menciones a los ancestrros!
—Oh, vamos, no creerrás en las estupideces que dice tu curranderro ¿o sí?
— ¡Para mi esas estupideces son verrdades!
Se produjo una explosión en el centro del puente, donde discutían. El cuerpo de Zor salió volando y luego cayó al vacío sin ningún tipo de explicación.
—Gracias... ancestrros... —Agradeció Larducias en voz baja, orando a los espíritus.
Para cualquier otro tipo de civilización, la competencia era un acto bruto e innecesario, pero las tradiciones tribales debían mantenerse por los siglos de los siglos y, en ésta ocasión, Larducias fue favorecido por los ancestros ¿o quizás no?
Nadie se explicó lo ocurrido, el mismo ganador se rehusó a dar razón alguna y así se convirtió en la cabeza de cacería. Ésto sólo fue el inicio, más allá de las creencias espirituales, algo, algo se movió a favor de Larducias.
28 DGLS
Planeta Cathar: Andamios de acceso
El ingreso a la ciudadela estaba atrofiado, repleto de la multitud guerrera luchando contra una invasión desconocida. Criaturas lampiñas de color carmesí con extrañas protuberancias y cuerpos fornidos, fieros guerreros. El número de invasores diezmaba a la tribu Ramerr que poco a poco cedía ante sus combatientes.
—¡Ayuda, ayuda!
Feeth había sido herido por el enemigo, estaba acorralado hasta que de la nada, súbitamente apareció Larducias para librarlo de sus agresores.
—¡Ya me debes una! —Exclamó Larducias
—Tiene que serr una brroma
¡Clash! Garras y lanzas chocaban en el aire, defensores y atacantes caían fila tras fila, algunos muertos y otros malheridos. La aparición de Larducias en el combate mejoró la situación.
—¡Cuidado! —Gritó Elisha, una Ramerr
Larducias se agachó instintivamente y una especie de boomerang pasó por sobre su cabeza cortándole unos mechones de pelo. El arma regresó a mano de su portador, una corpulenta criatura.
El Cathar se puso de cuclillas y saltó bastante alto, cayendo sobre su enemigo con fiereza. Ambos se revolcaron en el suelo, hiriéndose mutuamente hasta que la cabeza de la tribu Ramerr logró vencer.
Al descuidarse, otro de los atacantes aprovechó para intentar asesinar a Feeth, que estaba en el suelo. Larducias olfateó, se dio la vuelta y utilizó su más extraña habilidad, apuntó con su garra abierta al enemigo y... ¡Arr! El aullido del atacante se confundió con los gritos de la batalla, fue atraído hasta la garra de Larducias, por la cual murió.
—¡Zthmrr! —Un extraño sonido se escuchó en la batalla, provenía de quien al parecer era el superior de los atacantes.
Entonces los invasores retrocedieron y subieron a sus extraños transportadores arcaicos cubiertos de metales preciosos.
—¡Lleven a los herridos con el curranderro y su aprendiz, los guerrerros venid conmigo!
—¡Vámos, rrápido!
Las columnas de Cathar se movieron rápidamente para rastrear a los invasores cuyas huellas y olor, extrañamente, habían desaparecido al llegar al borde del peñasco.
—¿Porr qué vinierron, Larrducias? —Preguntó Elisha.
—Perrdón Elisha, se me olvidó prresentarrme —Respondió Larducias, frustrado.
Los guerreros Ramerr regresaron a la ciudadela para reparar los daños del combate y estabilizar al pueblo. Gran parte de la población estaba reunida alrededor de la cámara del curandero que hacía su trabajo a pesar de su anciana edad.
28 DGLS
Planeta Cathar: Ruta desértica
Una nave con el símbolo de la República Galáctica había aterrizado en el umbral del desierto de Cathar. Recibido por el grupo de cazadores recientemente heridos, de manera pacífica. La voz del sujeto que aparentaba estar al mando, se alzó por sobre las cabezas de los Ramerr.
—¡Saludos Cathar, venimos en son de paz! ¡Mi nombre es Selkris y vengo desde muy lejos!
—Selkrris, no lo conocemos ¿cuál es el motivo de su visita? —Preguntó Larducias, escurriéndose entre la multitud para llegar hasta la rampa de la nave.
El Jedi vaciló unos segundos, observando al salvaje con calma.
—Un placer, Larducias de la tribu Ramerr. Vine en tu búsqueda.
Larducias le observó directamente a los ojos, olfateando el aire y memorizando su esencia. No le pareció raro tan extraña visita y que, al igual que él, pudiera leer los pensamientos ¿Era una señal de los ancestros?
—Retírrense a la ciudadela, yo me encarrgaré de recibirrlo —Ordenó la cabeza del grupo.
—¿Porr qué tienes que atenderrlo tú, Larducias? ¿Ocultas algo? —Preguntó Feeth con un gesto socarrón.
—¡Lárrgate! —Ordenó Larducias, gruñendo.
El joven Cathar dio una cabezada con enojo y se retiró junto al grupo de caza, tal cual lo había ordenado Larducias, aún sin dejar de sospechar.
Una vez todos se habían ido, Selkris invitó a Larducias a pasar al interior de su nave. El Cathar no se negó, entraron y charlaron durante un par de horas.
Desde la ciudadela, con ayuda de equipo de espionaje, Feeth observaba la nave desde la lejanía. La misma se movía de un lado a otro en ocasiones, dando a saber que ocurría algo en su interior.
—Entonces... ¿Vendrás con nosotros?
—No quiero dejarr a mi trribu, pero tengo que
—¿Quieres despedirte?
—Parra nada, no quiero darr explicaciones
Dentro de la cabeza de Larducias se movían infinidad de incógnitas y, la frustración de pensar lo que podría opinar su vieja madre sobre ello.
—Tranquilo, Larducias —Dijo Selkris en tono sereno, sin siquiera mirarlo.
Mientras tanto, en la ciudadela, la madre de Larducias recibió un mensaje mental transmitido telepáticamente por la voz de Selkris.
—Su hijo estará bien
Nada más que cuatro palabras dieron tranquilidad a su madre que salió corriendo de su habitación para ver la nave partir, dejando atrás a toda una civilización.
Desde la ciudadela, los cazadores maldecían al sujeto que comandaba la nave. Algunos incluso lanzaron sus armas con todas sus fuerzas en dirección de la nave, obviamente sin el éxito de impactarla.
La nave ascendió a toda velocidad, saliendo de la atmósfera de Cathar y, en un brusco salto al hiperespacio, desapareció sin dejar rastro alguno.
Última edición por Larducias el Sáb Ago 18, 2012 2:18 pm, editado 3 veces
Darth Vulnus- Mensajes : 282
Fecha de inscripción : 14/05/2012
Edad : 28
Re: Las crónicas de Larducias
Muy bueno.
Rediable- Mensajes : 1701
Fecha de inscripción : 18/08/2011
Edad : 31
Re: Las crónicas de Larducias
Me gustó, hay que admitirlo.
Vúllix- Mensajes : 605
Fecha de inscripción : 09/07/2012
Re: Las crónicas de Larducias
Baev tu te lees los roleos, o es que tienes a un mono escribiendo siempre lo mismo en la misma sección.
*Feel like Baev* Me gusto, buen roleo.
*Feel like Baev* Me gusto, buen roleo.
Rakdos- Mensajes : 1056
Fecha de inscripción : 19/08/2011
Edad : 31
Re: Las crónicas de Larducias
Athek Kenobi escribió:Baev tu te lees los roleos, o es que tienes a un mono escribiendo siempre lo mismo en la misma sección.
*Feel like Baev* Me gusto, buen roleo.
Buenas.
Un saludo.
Mierda, maldito mono.
Me ha encantado, tanto el texto como la colocación de las imágenes.
Bulq- Mensajes : 632
Fecha de inscripción : 13/07/2012
Re: Las crónicas de Larducias
Athek Kenobi escribió:Baev tu te lees los roleos, o es que tienes a un mono escribiendo siempre lo mismo en la misma sección.
*Feel like Baev* Me gusto, buen roleo.
No sé que más poner XD, y por lo menos no pongo "Buenas" y "Un saludo", XD.
Invitado- Invitado
Re: Las crónicas de Larducias
Sucesos del 01 de Octubre del 28 DGLS añadidos.
Darth Vulnus- Mensajes : 282
Fecha de inscripción : 14/05/2012
Edad : 28
Re: Las crónicas de Larducias
Excelente roleo. Narras muy bien, sigue adelante.
Walateroo- Mensajes : 445
Fecha de inscripción : 19/08/2011
Localización : Pesherman calle wallaby 42 sidney
Re: Las crónicas de Larducias
Tuviste algunos errores en la ortografía, pero nada importante, me gustó igualmente.
Invitado- Invitado
Re: Las crónicas de Larducias
Sucesos del 02 de Octubre del 28 DGLS añadidos.
Darth Vulnus- Mensajes : 282
Fecha de inscripción : 14/05/2012
Edad : 28
Re: Las crónicas de Larducias
Imprrrrrrrrresionante querrrido amigo.
Enserio, me ha encantado. Espero más partes.
Enserio, me ha encantado. Espero más partes.
Bulq- Mensajes : 632
Fecha de inscripción : 13/07/2012
Re: Las crónicas de Larducias
Me gusta, felicidades.
Lumen Gres- Mensajes : 545
Fecha de inscripción : 28/09/2011
Localización : La venganza y la Sangre.
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