[Roleo + Obtención] A Dream A Victory [Votación]

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Xendor.. ese ser, el primero de todos en rebelarse, en crear un movimiento contra los jedis y su orden, el primero en decir basta a las normas absurdas de su orden, el primero en dejar esa filosofía de vida para buscar el poder, eso que todos ansiamos.. sin duda, Xendor era una gran referencia para mi, Effekt Math Wyyrlok, que actualmente seguía las ordenes del Imperio, ese Imperio que tanto había echo por mi.

Dejé el libro que trataba de la Primera gran cisma jedi en el estante de la biblioteca y dejé el mundo de los pensamientos y la imaginación para volver a la realidad, una monótona y aburrida realidad. Llevaba unos meses a bordo de la Estrella de la Muerte, ese arma tan poderosa del Imperio que podía destruir planetas enteros, y mi deber como Shadow Guard era protegerla a ella y a todos los oficiales que servían en esta, pero como era claro en estos tiempos nadie nos suponía una verdadera amenaza, así que pasábamos días sin ver ningún planeta ni otra forma de vida. A veces soñaba en ser como Xendor , Darth Vader o incluso Darth Wyyrlok III, uno de mis antepasados, pero no por tener su fama ni nada de eso, si no por las hazañas que cometieron y la vida que llevaron, siempre en constante peligro sin temer a la muerte, retándola una y otra vez mientras la miraba a la cara con una sonrisa de poder. Esa era la vida que yo anhelaba, y la quería conseguir a toda costa.

Tras llegar a mi turno de guardia me coloqué en frente de la gran puerta del puente de mando junto a mi compañero Esmun Vermogen como todos los días a esa misma hora. Pero en este día algo habló dentro de mí, algo que quería cambiar con toda la monotonía, y no sé por que, pero la escuché.

-Oye.. Esmun –Dije mientras miraba a mi compañero- ¿No te aburre hacer siempre lo mismo?
- Pues si, pero que se le va a hacer, es nuestro deber
-Si, y tienes razón, pero, ¿Nunca has querido cambiar eso? ¿hacer lo que tu quieras?
- La verdad es que nunca me lo había planteado.. pero me gusta estar así
- Pues yo quisiera vivir grandes hazañas, luchar en largas y duras batallas.. y salir de aquí
-Bueno, si es lo que quieres deberías hacerlo, nadie es quién para negarte eso

Tras terminar esta conversación pensé todo el tiempo de guardia en las palabras del Shadow guard Esmun Vermogen hasta que sonó el cambio de turno y caminé hasta mi habitación dándole vueltas a todo. Tenía una idea clara, que era salir a por aventuras, ¿Pero que haría una vez fuera?. Muchas preguntas sin respuesta se agolparon en mi cabeza y decidí ponerle respuestas de inmediato. Recordé aquel libro sobre la Gran cisma protagonizado por Xendor y de un salto salí de la habitación con dirección la biblioteca de la Estrella de la Muerte. Llegué rápidamente a esta gracias al paso acelerado de mi marcha y agarré el libro antes de meterlo entre mis túnicas sin ser visto por nadie. Esa misma noche, en el hangar de aterrizaje de la Estrella de la Muerte una nave solitaria despegaba de este sin ser visto por nadie, nadie más que las estrellas silenciosas de la galaxia. Habia tomado una decisión, y esa decisión se llevaría a cabo si o si.

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Tras un tiempo a bordo de la nave, esta salió del hiperespacio y se quedó levitando cerca del campo gravitacional del planeta Coruscant, mientras que miraba detenidamente el planeta pensando que quizás mis planes no saldrían como esperaba, ya que Coruscant no era un planeta normal, si no que era la sede del gran Imperio que regía la galaxia con mano dura, un Imperio al que yo servía.. y siempre lo iba a hacer, aunque no fuera directamente. Desperté de mis pensamientos momentos antes de usar el conductor manual y dirigir la nave hasta la atmósfera planetaria para entrar en este y así comenzar con mi viaje.

Al posarme en la superficie del planeta y bajar de la nave un joven oficial a cargo del hangar se acercó a mi para cobrar el peaje por llegar a Coruscant. Como no poseía dinero ni nada que ofrecer a aquel hombre no tenía otro remedio que usar técnicas de la fuerza para poder continuar con mi camino. “Me dejarás pasar” susurré mientras hacía un movimiento de mano en un intento de controlar a este. Como era normal, el Oficial accedió y me dejó el paso libre para entrar a Coruscant libremente. Caminé por las calles sin pasar desapercibido, ya que aunque no llevaba puesta mi armadura y mis túnicas de Shadow Guard llevaba una capa con capucha que cubría todo mi cuerpo y una vieja armadura que protegía mi cuerpo de posibles ataques. Aún así caminaba con seguridad por las calles y callejones del planeta buscando mi destino en Coruscant. Tras pasar por unos callejones más llegué por fín, un gran edificio plagado de ventanas justo al lado del antiguo templo jedi (que ahora se encontraba en ruinas), la gran Biblioteca de Coruscant se encontraba majestuosa en frente de mi. Sin demora entré en este haciendo un breve saludo con la cabeza al bibliotecario justo antes de preguntarle por las localizaciones de las diferentes categorías. Tras recibir mi respuesta subí por las escaleras algunas plantas más hasta llegar a la quinta, donde se encontraba la sección de la antigua república. Busqué por unas estanterías más hasta llegar a la primera gran Cisma. Pero para mi sorpresa no era como en la tosca biblioteca de la Estrella de la Muerte, si no que en esta había más de un libro. Ojeé uno por uno los libros durante horas y seleccioné los más importantes a mi parecer: los que hablaban de las distintas batallas que hubo y la de la muerte del General Xendor en la última de las batallas.
Al ir a salir con los diferentes libros escondidos en el interior de la capa el bibliotecario me paró para hablar conmigo justo antes de que cruzara la puerta y me fuera del lugar.

-Usted, ¿Me cree tonto? Sé que lleva libros ahí escondídos
- Ya veo.. –Después de escuchar estas palabras el hombre recibió un gran golpe provocado por una patada en mitad de la cara- Lo siento, los necesito

Después de sus últimas palabras me eché a correr por los callejones y calles de la ciudad para despistar a este y a los posibles guardias o policías que podría haber alertado desde mi salida de la Biblioteca. Antes de llegar al hangar recibí una gran descarga y al girarme cuatro droides policía se cernían sobre mi armados con vibrolanzas y unas extrañas armas que producían descargar eléctricas. Lentamente me quité la capucha junto con la capa y la lancé contra estos. Tras lanzarla, un sable láser la atravesó en el aire cortando la cabeza de uno de los droides. Una reluciente armadura adornaba mi cuerpo iluminada por los destellos de color rojizo que desprendía el sable ubicado en mi mano derecha. Tras mi acción los otros tres droides se acercaron peligrosamente, pero, gracias a mi agilidad pude saltar y posicionarme detrás de estos antes de cortar por la mitad de un tajo limpio a mi segunda víctima metálica.

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-Batalla de Ossus, Coruscant,Brentaal IV… muchos posibles destinos, tan sólo uno al que ir.
Columus, ese era el sitio que me decía mi voz interior. En la batalla de Columus murió Xendor, y con él su rebelión. Otra vez muchas preguntas se agolparon en mi cabeza, ¿Qué haría una vez llegado a Columus?, ¿Dónde me hospedaría? Pero deseché todas esas preguntas y decidí ser mas impulsivo y tomar decisiones más a la ligera. Sin más dilación, marqué las coordenadas de mi nuevo destino y me preparé para llegar. Busqué mi capa con capucha pero recordé lo ocurrido con los droides, y no podía ir por ahí con una armadura de guerra y encima dañada por la parte de la espalda, daría mucho la nota y por ahora prefería pasar desapercibido que era lo que mas me convenía.

Tras un rato navegando quedé completamente dormido hasta que la nave salió del hiperespacio y navegó lentamente, más de lo normal. Levanté mi cabeza creyendo que ya había llegado a mi destino, pero descubrí que no era así cuando el indicador de la nave marcaba que quedaba muy poco combustible, tenía que parar a repostar o no llegaría. Pero, ¿Qué haría?, no tenía ni un dactario y el planeta mas cerca aún estaba demasiado lejos, con el combustible que tenía podría llegar, pero muy a duras penas. Marqué las coordenadas todo al norte, sin saber cuál era el planeta o luna más cerca, y rogando que hubiera vida inteligente, de lo contrario no podría repostar y menos hacerme con una nueva capa o túnica para cubrir mi verdadera identidad, ya que pondría en peligro mi viaje que supieran que era un shadow guard perteneciente al Imperio.

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Tras dejar atrás a aquel hombre llegué polvoriento y manchado a la ciudad, donde todo el mundo me miraba con cara sorprendida o incluso alguna que otra de desprecio. Conseguí entrar a una tienda de repuestos y pude comprar suficiente combustible, no sin que el tendero me mirara mal haciéndome unas pocas preguntas, nada importante para mi. Al comprobar que no tenía dinero usé una vez mas un truco mental para poder salir airoso de la situación. Al salir ya con el combustible recordé la capa que perdí y me dirigí caminando por las calles hasta una pequeña tienda, algo polvorienta pero al parecer vendían túnicas y capas, justo lo que necesitaba. Una tendera me miró sonriente al entrar y me ofreció una túnica con capucha negra que cubría todo mi cuerpo a un precio asequible. Pero, al no tener dinero tuve que echar a correr con esta dejando atrás la tienda entre gritos de aquella alegre mujer.

Volví a mi nave recordando aquel hombre moribundo, pero no se encontraba en aquel lugar, así que seguro que alguien ya lo había visto y le hubiese ayudado. Puse el combustible a mi nave antes de guardar la reserva en la parte trasera de la cabina y otra vez estaba listo para continuar con mi viaje al planeta Columus, que estaba muy cerca de mi posición habitual.

Al poco de entrar al hiperespacio ya salí de este frente al planeta Columus. Era un bello planeta que se me antojó hermoso a la vista, sin duda un buen lugar donde vivir.. y morir. Yo tenía claro mi destino pero, ¿En que lugar había ocurrido la batalla? Quería investigarlo todo acerca de eso pero por desgracia en los libros siempre salía lo mismo, tan sólo lo más superficial sin dar muchos detalles. Despejé mi mente de preguntas de nuevo y comencé a aterrizar la nave en la superficie planetaria para poder comenzar con mi aventura. Al tocar tierra no ocurrió lo mismo que con Corulag y por eso quise ser precavido. En vez de salir con un salto cuidadosamente me deslicé por la nave hasta tocar suelo y caminé agachado entre la fauna local.

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Tras la batalla me sentía exhausto, pero aún así tuve fuerzas para correr gracias a la adrenalina de luchar y sobretodo de ver aparecer ante mi al gran Xendor, esa persona a la que yo tanto admiraba. Tropecé varias veces por el camino con piedras, incluso con algún que otro extraño insecto que había en medio del bosque. Como no pude descansar paré de nuevo a reponer el aliento y me senté en medio de un pequeño claro. Pensé en todo lo ocurrido después de abandonar la Estrella de la Muerte, mi llegada a Coruscant y lucha contra aquellos droides que me siguieron tras robar los libros.. ¡Los libros!. Aún tenía esos libros en la armadura entre mis túnicas así que saqué uno de ellos y en medio del claro comencé a leerlo rápidamente. Este iba sobre la batalla de Columus y hablaba de un claro donde comenzó la pelea. Leí detenidamente la descripción de ese claro y miré a mi alrededor. La descripción encajaba perfectamente, estaba justo en el claro donde dio comienzo la última batalla de las Legiones de Lettow y del General Xendor. Pude notar en el ambiente aún el olor que se deja tras una batalla, sangre, vísceras, sudor y demás mezclado con el dulce aroma de los árboles y las plantas. Tras esto me quedé dormido.

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Tras salir de la cueva corrí por el bosque hasta llegar a mi nave, donde guardé la katana en mi cinturón reemplazando mi sable que posé en la parte trasera. Antes de despegar me coloqué mis túnicas y mi casco de shadow guard, tenía que volver victorioso al Imperio como un Shadow guard, no como un vagabundo polvoriento. En mi radar, una vez ya en la galaxia busqué la Estrella de la Muerte, que se encontraba no muy lejos de mi posición. Así que puse rumbo a la estrella y en poco ya la tenía ante mi. Mi nave se posó en el hangar y el Shadow Guard Esmun Vermogen me recibió al bajar de mi nave.

-Parece que cumpliste con tu sueño, Effekt
-Amigo mio, esto no a echo más que empezar